Muévete y el camino aparecerá.
(proverbio zen)
Cuando personas y animales compartían los rigores del viaje
A finales del siglo XVII en los viejos caminos de las Españas normalmente se solía viajar a pie o con caballerías. Realizar largos trayectos a pie por aquellos caminos de polvo, barro y piedras no solía estar muy bien visto. Acostumbraban a ser mendigos y vagabundos quienes viajaban andando, y habitualmente al llegar a los parajes habitados eran mal recibidos y blanco de cualquier sospecha. Las largas peregrinaciones de carácter religioso eran una excepción, como por ejemplo el Camino de Santiago que era un itinerario de largo recorrido realizado a pie por personas de cualquier estamento social, pero con una clara finalidad religiosa. De manera que si por algún camino se veía transitar a un paisano solitario, probablemente se trataba de un recorrido de corta distancia realizado por motivos de trabajo o vecindad. Caminar por lugares desconocidos sin compañía no era muy recomendable, pues la seguridad en muchos caminos era escasa. Aquellos eran tiempos en los que la seguridad vial no estaba tan centrada en los problemas que planteaba el tráfico, como lo pueda ser hoy, sino en la integridad física de las personas ante la posibilidad de ser atacadas y robadas por desaprensivos.