miércoles, 21 de septiembre de 2011

Maldito y bendito aire acondicionado

Aire acondicionado de vehículos

A nadie le gusta pasar demasiado frío o calor, todos preferimos estar en un ambiente confortable. El problema comienza cuando hemos de definir qué significa un ambiente confortable (refiriéndonos a temperatura y humedad.) Y si no, que se lo pregunten a quienes trabajan en un espacio compartido por varias personas; el control de la temperatura y la humedad que produce el aire acondicionado es casus belli entre compañeros de trabajo. Tampoco nos resulta muy difícil recordar al conocido que alguna vez nos ha comentado sus contrariedades con el aire acondicionado porque le sienta fatal.

La Sociedad Madrileña de Neurología y Cirugía Torácica indica que un 20% de los usuarios del aire acondicionado han tenido problemas respiratorios: resfriados, dolores de garganta, etc. Todos, en mayor o menor medida, sabemos que el mal uso, instalación o mantenimiento de los climatizadores puede provocar afonía, rinitis, alergias, molestias musculares, laringitis, faringitis…  también pueden producir efectos secundarios como jaquecas, sinusitis, tos e irritación en los ojos.

El aire frío disminuye las defensas de nuestras mucosidades y reseca la piel, también puede provocar problemas de tolerancia con las lentillas o somnolencia en determinadas circunstancias. Cuando el nivel de humedad disminuye por debajo del 40 o del 50% se suele producir la sensación de garganta seca. El nivel óptimo de humedad para los adultos se considera que debe de estar entre el 60 y el 70%, mientras que para los niños más pequeños la humedad debería aproximarse al 40 o 50%. Resulta recomendable saber que los cambios bruscos de temperatura y humedad pueden influir en nuestro organismo alterando nuestras defensas y suele aconsejarse no respirar por la boca cuando el aire acondicionado está en funcionamiento, tampoco es muy deseable tener una diferencia de temperatura entre el exterior y el interior de nuestro vehículo o habitación superior a los 10 centígrados. Hay organismos como la Agencia del Medio Ambiente y la Energía que recomiendan una diferencia de 5 centígrados, pero a mí me parece esta recomendación algo exagerada para nuestras latitudes.

Sin embargo el aire acondicionado, aun reconociendo los problemas que plantea, ha resultado ser uno de los avances técnicos que más éxito ha tenido en nuestras sociedades, principalmente en aquellas que por su geografía deben de soportar temperaturas más elevadas. Los climatizadores aportan una gran sensación de confort modificando las características del aire. Si la instalación y el mantenimiento son correctos la calidad del aire resultará muy buena y tendremos una sensación agradable, porque el aire se renovará constantemente, descenderá su temperatura, su humedad y en consecuencia disminuirá nuestra sudoración.

Si nos centramos en el mundo de la movilidad vemos que el aire acondicionado ha introducido notables mejoras; algunas de ellas se consideran medidas de seguridad activa en la conducción, por ejemplo la oxigenación y circulación del aire dentro del vehículo, reduciendo notablemente la posibilidad de somnolencia mientras conducimos; también sabemos que el calor incrementa la agresividad en los individuos mientras que el frío la atempera, por tanto el aire acondicionado nos ayuda a reaccionar mejor ante las contingencias que produce el tráfico. La climatización de los vehículos supone una notable mejora para las personas alérgicas durante los periodos de polinización de las plantas, pues pueden cerrar las ventanillas y con unos buenos filtros de aire mantener el nivel de confort en el interior, aunque fuera haga un calor de justicia, e indirectamente, al ir con las ventanillas cerradas, disminuye la presencia de insectos reduciendo el potencial peligro por distracción.

Atasco

Pero el aspecto más destacable de los climatizadores en la movilidad motorizada, desde mi punto de vista, ha sido el cambio de comportamiento de los conductores para decidir la hora de partida en sus desplazamientos. Cuando la climatización de los vehículos todavía no se había generalizado, la mayoría de los conductores restringían su decisión para iniciar el viaje en función de la meteorología prevista. Las horas para salir estaban determinadas si se quería evitar el calor del mediodía en nuestras carreteras, lo que provocaba colosales atascos en las entradas y salidas de las grandes ciudades con el consiguiente derroche de tiempo y energía. Hoy en día estos atascos se han reducido notablemente con salidas y regresos escalonados gracias al aire acondicionado. Resulta curioso observar cómo la generalización de una medida  para mejorar el confort de los individuos dentro de sus vehículos, indirectamente ha incidido en una notable mejora social: la fluidez del tráfico.




sábado, 3 de septiembre de 2011

Caminos escolares: Proyectos de ingeniería social hacia una movilidad sostenible


Material alumnos caminos escolares
Equipamiento de seguridad vial  -chaleco y gorra- que llevan
los alumnos más pequeños de camino a la escuela (Alemania)


Seguramente muchas personas no saben que el Estado español ratificó el 6 de diciembre de 1990 el Convenio Internacional sobre los Derechos de los Niños auspiciado por las Naciones Unidas. De sus artículos me gustaría destacar tres: el artículo tercero indica que los intereses de los niños son prioritarios en las decisiones que les afectan; el decimoquinto defiende el derecho de los niños a reunirse con otros niños y el vigesimotercero declara que los niños con problemas físicos o psíquicos tienen derecho a ir a la escuela, divertirse, prepararse para el trabajo e integrarse socialmente. Nos hemos acostumbrado a ver con demasiada frecuencia incumplir aquello que se ha firmado en los tratados internacionales, por eso tenemos que recordar a nuestros gestores públicos que los chavales, aunque no votan, tienen unos derechos que  han de garantizarse.

Los niños de hoy han perdido mucha autonomía en su movilidad respecto a la que tenían en el pasado. Los adultos al evaluar que el tráfico ha convertido nuestras calles en lugares peligrosos no optamos por una solución global ante ese problema, al contrario, hemos reaccionado individualmente pero de forma masiva; el coche es uno de los factores que ha contribuido a privatizar la crianza de nuestros hijos y la sociedad en general se ha inhibido en parte de sus obligaciones, dejando la responsabilidad de los temas vinculados con la infancia a un ámbito exclusivamente doméstico o escolar.

La recuperación de la autonomía infantil es uno de los objetivos que se buscan cuando se diseñan e implantan los caminos escolares. Otro de sus objetivos es superar el sedentarismo infantil al que nos conduce el automóvil, cuya principal consecuencia es la obesidad en los menores.

Los hay (entre los que me encuentro) que consideran  los caminos escolares proyectos de ingeniería social -en el sentido más popperiano que conozco de ese concepto- para recuperar el espacio público ocupado por el automóvil con su velocidad, su polución y su peligrosidad. Estos proyectos superan el ámbito escolar y deben ser compartidos con otros sectores sociales que aporten un valor adicional a la educación de los menores.

Las experiencias en Europa para promover itinerarios escolares en bicicleta o caminando son diversas y variadas: Inglaterra, Alemania, Dinamarca, Italia… Las experiencias de esta última han influido notablemente en nuestro territorio peninsular, sin embargo, los caminos escolares para desarrollarse deben de superar  obstáculos significativos: la protección mal entendida de los hijos, el miedo a dejarlos expuestos al tráfico y a la inseguridad, o la falta de un apoyo político decidido que lidere la ejecución y el mantenimiento de los caminos escolares. Obviamente ninguno de estos problemas son insuperables, pues en nuestra geografía tenemos ejemplos que se han ejecutado con éxito en ciudades como Granollers, San Sebastián, Madrid, Mahón y Barcelona.

Actualmente los niños tienen un valor para nuestra sociedad diferente al que tenían hace unas décadas. Hoy someter a los niños a un determinado nivel de riesgo es inaceptable socialmente. Si bien los niños mantienen el valor propio que sustenta el linaje de las familias, hay otros valores que han cambiado; antiguamente los niños abundaban en nuestra sociedad y tenían un valor que era utilizado por las familias para ayudar al sustento económico, mientras que actualmente la sociedad ha creado redes de protección social, y tal vez por ello ahora nuestros hijos tienen un mayor valor simbólico y psicológico para los adultos. La simple consideración de su pérdida genera una angustia que incrementa nuestros miedos, pero estos miedos no nos pueden ocultar que nuestros hijos tienen el derecho a desarrollarse como personas adultas completas. Protegerlos en burbujas individualizadas calmará nuestras angustias, pero les impedirá crecer; y no podemos olvidar que crecer significa asumir riesgos, obtener mayores niveles de autonomía y de responsabilidad. Creo que los caminos escolares son soluciones imaginativas a algunos de los problemas que nos plantea el automóvil.

Nuestro sistema económico prioriza una movilidad motorizada que beneficia a determinados sectores sociales, por el contrario niños, ancianos y personas con movilidad reducida son desplazadas de los espacios públicos. Los caminos escolares pueden convertirse en decididas actuaciones políticas y sociales que inicien un concepto de ciudad sostenible en el que la eficacia social prevalezca sobre a la eficiencia económica.
Señalización vertical especial zonas escolares (Alemania)
Señalización vertical especial zonas escolares (Alemania)

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