miércoles, 4 de enero de 2012

El sistema de circulación viaria

El sistema de circulación viaria se basa en 3 factores: El ser humano, el entorno y el vehículo que circula por la vía.  El mayor o menor peso que tengan estos elementos determinará las exigencias que aparecerán durante nuestro desplazamiento y por lo tanto también nuestra exposición al riesgo. El 90% de los accidentes de tráfico tienen como causa nuestros errores: exceso de confianza, incorrecta percepción, una mala interpretación o la simple distracción serían algunos de los problemas con los que nos enfrentamos cuando conducimos. No nos tiene que extrañar que el principal objetivo en la seguridad vial sea atender el factor humano.


Sistema circulación viaria
Elaboración propia a partir del temario ESTT-OEP 2005, tema 60 de J.J Martín García, DGT

Conducir no comporta grandes esfuerzos físicos, pero necesita que nos concentremos en la audición, la visión, la coordinación y la interpretación, por tanto hemos de poner nuestra máxima capacidad de atención y concentración mientras estamos conduciendo. La concentración nos permite filtrar la información percibida a través de nuestros sentidos y procesarla para quedarnos con la que sea más significativa para la conducción. Sin embargo los seres humanos no estamos muy bien diseñados para mantener la atención y la concentración durante un largo periodo de tiempo. La distracción o una incorrecta interpretación de lo que percibimos son nuestros principales enemigos en la carretera.




Sistema circulación viaria
Elaboración propia a partir del temario ESTT-OEP 2005, tema 60 de J.J Martín García, DGT

En la infografía anterior vemos que las exigencias del tráfico se compensan con nuestras capacidades para que el sistema se mantenga estable, pero cuando las exigencias del viaje no son contrarrestadas por nuestras capacidades se incrementa notablemente el riesgo de accidente.

La tecnología nos sirve de interfase entre las exigencias y las capacidades, reduciendo las decisiones que el conductor tiene que tomar cuando son necesarias la rapidez o la precisión en la respuesta. Cada vez más los fabricantes de automóviles introducen nuevas tecnología que incrementan la seguridad activa. Ejemplos de ello serían:

    El siguiente gráfico muestra un ejemplo de las diversas fluctuaciones que tenemos mientras circulamos por un itinerario, desde que ponemos en marcha el vehículo hasta que llegamos a destino. Imaginemos que estamos conduciendo un coche y tenemos ganas de fumarnos un cigarrillo, ya hemos cogido unos hábitos para encenderlo y fumar mientras conducimos, pero un gesto  de nuestra mano toca la punta del cigarrillo y nos cae encima un poco de ceniza todavía encendida que nos despista. Esos breves segundos de desconcierto nos hacen perder el control del vehículo que nos lleva a una situación de peligro.  Pero recuperamos el control y continuamos el viaje. Posteriormente el tiempo empeora y se desata una fuerte tormenta, la visibilidad disminuye ostensiblemente e intuimos que podemos sufrir aquaplanning y aún así  mantenemos la velocidad, de esta manera volvemos a incrementar notablemente la inseguridad y el riesgo de accidente. Pasa la tormenta y aunque conducimos a la misma velocidad notamos que la conducción ahora es más segura y que el sistema se estabiliza. Sin embargo, al recorrer un tramo orientado hacia el norte las bajas temperaturas y el suelo mojado forma placas de hielo en la carretera incrementando de nuevo el peligro. Finalmente pasamos la zona de riesgo y conseguimos llegar a destino debido a que las exigencias que ha impuesto el itinerario han sido bien resueltas por nuestras capacidades físicas, psíquicas, cognitivas y... reconozcámoslo, también tuvimos nuestra ración de buena suerte.

    Sistema circulación viaria
    Elaboración propia a partir del temario ESTT-OEP 2005, tema 60 de J.J Martín García, DGT





    El sistema de circulación viaria, como acabamos de ver, puede fluctuar muy rápidamente de una situación controlada a otra de máximo peligro, pudiendo llegar al accidente. El exceso de confianza, la facilidad para la distracción, las interpretaciones incorrectas o las velocidades inadecuadas son nuestros principales problemas.

    Para terminar me gustaría  hacer referencia a un aspecto muy vinculado al factor humano. Todos, en mayor o menor medida, nos aprovechamos de la velocidad, pero no pensamos en lo frágiles que son nuestros cuerpos frente a sus consecuencias. Nuestra falta de adaptación a la misma queda de manifiesto en la dificultad que tenemos para saber a qué velocidad circulamos si no tenemos a la vista un velocímetro, sobre todo cuando son elevadas. Nuestros cuerpos no están diseñados para las velocidades a las que nos desplazamos con la movilidad motorizada.  Nuestros sentidos, nuestras emociones, nuestros cerebros han evolucionado biológicamente para movernos a menor velocidad, y sin embargo, hemos sido capaces de multiplicarla y a la vez protegernos de ella con la ayuda de la tecnología y del entrenamiento.

    No nos olvidemos del factor humano mientras conducimos.


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    martes, 3 de enero de 2012

    "Frenazo" para las infraestructuras de transporte españolas

    Autovía Lleida-Huesca
    Autovía Lleida-Huesca


    Durante casi dos décadas -entre los años 1990 y 2007- hasta la venida de la gran crisis de este siglo en España se produjo un destacable desarrollo económico por el crecimiento del mercado europeo y la facilidad al crédito que pusieron a nuestra disposición los socios europeos. Además, multitud de proyectos fueron subvencionados por la UE, que nuestros gobernantes aprovecharon para desarrollar una envidiada red de transporte y comunicaciones. El FEM (Foro Económico Mundial) en su último informe anual califica nuestras infraestructuras de “talla mundial”, colocándolas en la posición número 22 de un total de 142 países, por delante incluso de los EE.UU. de América. El Consejo Empresarial para la Competitividad  indica que somos líderes mundiales en infraestructuras terrestres y ocupamos lugares privilegiados en el transporte aéreo. (diario digital El Vigía 19/11/2011)

    El panorama descrito explicaría el crecimiento de compañías especializadas en  las infraestructuras; emporios industriales que se convirtieron en líderes mundiales de este sector como: ACS, Ferrovial, Acciona, Sacyr Vallehermoso, Abertis, FCC y OHL, buques insignias con talla internacional. Muchas de estas empresas aprovecharon las décadas doradas de la construcción pública para ganar experiencia en la ejecución y gestión de autopistas, aeropuertos, terminales portuarias, canales, etc. Adquiriendo el suficiente músculo financiero y la dimensión empresarial que les permitió salir a competir por los mercados internacionales.


    Autovía Lleida-Huesca
    Autovía Lleida-Huesca


    Pero el impacto que esta crisis económica ha tenido en los presupuestos del Estado español ha sido determinante para el gran estancamiento de la licitación de obra nueva. La administración española entre enero y noviembre del año 2011 bajó la licitación  un 39,3% respecto al año anterior, que ya fue muy pequeña si la comparamos con  el máximo histórico del 2006 que ascendió a 46.701 millones de euros. Tanto el ministerio de Fomento como las consejerías de obras públicas de las diversas comunidades autónomas han cerrado los grifos del dinero público, que tradicionalmente beneficiaban a estas compañías constructoras; y como no hay mal que por bien no venga, de mejor o peor gana éstas han tenido que concentrar su foco operativo en el exterior, (ahora el mercado español debe digerir las nuevas infraestructuras), convirtíendose en agentes exportadores de conocimiento, gestión y tecnología para la construcción de obra pública. Situación bienvenida en la balanza de pagos española, que falta nos hace.

    En España las claves de la sostenibilidad se apoyarían en lo que autores como Luís M. Jiménez Herrero denominan el entramado de las 3T: el transporte, el turismo y la gestión del territorio (fundamentalmente el urbanismo). El equilibrio entre estos tres factores garantizan el desarrollo económico sostenible español, donde las infraestructuras siempre han jugado un rol fundamental. Sin embargo el desarrollo de las infraestructuras del transporte no ha sido homogéneo por diversos motivos. Según la OSE (Observatorio de la Sostenibilidad en España) en el año 2008 el sector del transporte consumió el 40% del total de la energía final española, que en su mayor parte procedía del petróleo y sus derivados de la siguiente manera: un 75,9% en transporte por carretera, un 14% en transporte marítimo, un 4% en transporte aéreo y un 2,4% en transporte por ferrocarril. Estos datos son un fiel reflejo de que en nuestro país existe un fuerte desequilibrio entre el transporte por carretera y el resto de modos, que ha marcado la política de inversiones públicas en infraestructuras del transporte. Estos últimos años la expansión del tren de alta velocidad ha modificado notablemente la situación, como podemos ver en el siguiente gráfico.


    Licitación pública por fecha de anuncio y tipo de obra
    (en miles de euros).
    Enero-Noviembre 2010 / Enero-Noviembre 2011
    TIPOS DE OBRAS
    2010
    2011
    Variación 2010/11
    Total edificación
    10.023.931
    4.042.618
    -59,7%
      Carreteras
    2.562.235
    2.089.699
    -18,4%
      Ferrocarriles
    2.927.880
    4.781.970
    63,3%
      Puertos
    485.699
    216.613
    -55,4%
      Total Trasportes
    5.975.815
    7.088.282
    18,6%
    Total Obra Civil
    13.677.100
    10.355.483
    -24,3%
    TOTAL
    23.701.031
    14.398.100
    -39,3%
    Fuente: SEOPAN (Los totales suman otros tipos de obras que no se han incluido en la tabla).


    Personalmente creo que el mayor problema que hemos tenido ha sido la falta de una concepción sistémica global, donde la visión monomodal del transporte ha prevalecido sobre la visión intermodal, incidiendo la inversión sobre los vectores de la red, en lugar de sus nodos con su capacidad de integración, así como su potencial para la creación de nuevas oportunidades de negocio. Desgraciadamente la planificación de nuestras infraestructuras de transporte no contempla el valor que tienen estas redes con las interrelaciones que generan por si mismas o con las demás redes.

    Otro de los motivos ha sido el predominio de las inversiones en el desplazamiento de las personas, relegando el tránsito de las mercancías a magnitudes secundarias. El ejemplo lo encontramos en la extensa red de trenes de alta velocidad, o la multiplicación de nuevos aeropuertos, olvidando la necesaria conexión entre los puertos y la red ferroviaria, o la interoperabilidad con la red ferroviaria europea. Veremos si el nuevo plan de la red transeuropea de transporte terrestre (TEN-T)  que está actualizando la Unión Europea modifica esta tendencia.

    Durante muchos años nos hemos comportado como nuevos ricos bajo una lluvia de euros que diligentemente nos prestaron nuestros socios europeos. Independientemente de los aciertos y las equivocaciones cometidas por todos ahora debemos aprovechar lo que tenemos, reinventar -si es necesario- la funcionalidad de las infraestructuras que esten mal diseñadas y despertar del autoengaño de nuevos ricos que algunos nos hicieron creer. No hay que desanimarse, pues la base que tenemos es sólida para volver a levantarnos.


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    domingo, 1 de enero de 2012

    Conductores por encima de la media, a ver quién les lleva la contraria.


    Conductor coche


    Sorprende la superioridad moral que cada persona tiene al evaluar el comportamiento en carretera, sobre todo si es el de los demás. Suele ser una evaluación que realiza sin citar normas de tráfico o informes contrastados, lo hace amparándose en su personal opinión de lo que es o no es correcto (T. Vanderbilt). Parece que el simple hecho de haber obtenido el permiso administrativo para conducir un vehículo a motor por la vía pública nos da la potestad de opinar con propiedad de todo aquello que haga referencia al tráfico y la seguridad vial. Las opiniones personales que tenemos sobre estos temas si no son aceptadas... cómo nos indignamos porque pensamos que se cuestiona nuestra autoridad.

    El tráfico o el fútbol generan similares fenómenos, todo el mundo sabe y se siente capacitado para dar su opinión. Este país está lleno de fantásticos entrenadores amateurs y expertos conductores que hacen callar a cualquiera. Al hablar del tráfico muchas personas repiten lo que han oído y les parece razonable, sin embargo cuanto más profundizas en el conocimiento de este fenómeno, menos sentido ves a lo que parecía evidente y más razones encuentras para ser prudente. A veces incomoda la ingenuidad y el desahogo con el que algunas personas dan su opinión, como si de un axioma se tratara, amparándose en el recuerdo de algo que escucharon o simplemente de su propia experiencia personal. Además en este país hay que tener un gran cuidado con la "sabiduría popular" sobre estos temas expedida en las barras de los bares, que puede competir sin ningún complejo con la ofrecida por cualquier cátedra universitaria.

    El tráfico es un sistema complejo con una amplia casuística donde además el factor humano lo complica todo. El tráfico es un sistema donde se relacionan a diferentes velocidades múltiples personas con una interpretación cada una de ellas muy personal del código de circulación e interactuando unas con otras por estrechas infraestructuras. Cuando circulamos por estas vías estamos aislados en unos cubículos móviles, somos anónimos y nos debemos someter a un lenguaje estándar simplificado; lo cual nos obliga a crear unos modelos mentales con estereotipos que nos ayuden a interpretar la realidad y nos guien a través de un entorno que somos incapaces de dominar completamente, aunque circulamos convencidos de lo contrario.

    La mayoría de los conductores consideramos que estamos por encima de la media. Esto explica nuestra disposición a criticar a los demás conductores en la carretera y a considerar que el comportamiento que hay que controlar siempre es el de los otros, no el nuestro. Con qué poco reparo nos olvidamos de nuestro historial al volante, el cual juzga nuestra calidad como conductores objetivamente, utilizando una métrica precisa (multas de tráfico, incidentes en la carretera, accidentes de tráfico, reparaciones en el vehículo…) sabedores que esa información nuestros interlocutores  no podrán contrastarla con facilidad cuando expresamos nuestros juicios de valor.

    Hace unas semanas pasé una encuesta en este blog y os preguntaba si recordabais cuándo había sido vuestro último incidente en la carretera. (Los resultados los podéis ver aquí).  Pues bien, un 80% de los incidentes que tenemos durante un viaje los olvidamos a las dos semanas (T. Vanderbilt, Traffic).

    Nos cuesta reconocerlo, pero nos encanta la velocidad. Consideramos que todo lo que nos aporta la velocidad compensa el incremento del riesgo al que voluntariament nos sometemos. Normalmente sentados frente a un volante nos autoevaluamos por encima de la media, menospreciamos con mayor facilidad las probabilidades de tener un accidente que cuando circulamos como simples pasajeros (sólo hay que recordar las veces que algunos hemos simulado pisar el freno cuando viajamos en un coche como copilotos), porque en el fondo detestamos no tener el control de nuestro desplazamiento. La sensación de control, de fuerza y de libertad que nos produce conducir un automóvil o una motocicleta reduce significativamente nuestra sensación de riesgo. Muchas personas no son conscientes de eso y están despreciando una de las reglas fundamentales de la prevención y la seguridad vial: poder percibir correctamente el riesgo al que nos sometemos.

    Nos autoengañamos. No es posible, todos no podemos ser excelentes conductores y estar por encima de la media. ¿A quién crees que afecta más esta faceta de nuestro comportamiento en la conducción: a los hombres o a las mujeres?




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