martes, 1 de abril de 2014

Social Seating: cuando prefiero viajar con amigos y conocidos

  
Las compañías aéreas han sido las primeras
en usar este tipo de herramientas
  
Hasta no hace muchos años las páginas de Internet que utilizábamos solo se podían leer. Se entiende que aquellas páginas web 1.0 eran el primer grado de la evolución que hemos conseguido. Después llegaron las páginas en las que podíamos interactuar, las denominadas web 2.0, y con ellas irrumpieron  en Internet con fuerza las redes sociales, donde constantemente estamos relacionándonos. Muy pronto comenzaremos a navegar por entornos web 3.0 que explotarán todavía más la movilidad de la información y su interoperabilidad, generando inmensas bases de datos que recogerán toda nuestra huella digital en la red, a la que seguiremos conectados aún sin saberlo. 

George Amar indica que con la diversificación de ofertas, los tipos de movilidad y las ocasiones que las propician provocarán un mayor grado de incompetencia en muchas personas por la complejidad que adquieren estos nuevos medios. Tendremos que aprender a movernos en unas realidades diferentes a las de hoy. Creo que no será una buena solución adoptar la estrategia del avestruz y negar esta evidencia, pues los avances en movilidad también incrementan nuestras capacidades y productividad. Perdernos en un lugar significa desperdiciar tiempo, y no siempre nos podemos permitir ese lujo. Por otra parte esos dispositivos móviles que nos conectan a la red están transformando el tiempo de transporte en tiempo de trabajo, de ocio, de relaciones, de compras... en tiempo que nos resulta útil.

"El objetivo de la nueva información no es solamente la optimización de los desplazamientos o la integración de los servicios complementarios, sino que la movilidad se transforme en un espacio-tiempo de oportunidades, de servicios y de relaciones." (George Amar: Homo mobilis. 2011)
Constantemente cooperamos en las redes sociales para generar, consciente o inconscientemente, nueva información. Exhibimos públicamente nuestros perfiles digitales y dejamos un rastro en la red para quien lo quiera seguir. Bruno Marzloff introduce un concepto muy interesante: el mestizaje entre lo real y lo virtual, que se hace palpable con la aparición de nuevos territorios donde se ponen en contacto perfiles digitales que posteriormente pueden convertirse en encuentros personales en el mundo real. Un claro ejemplo de este mestizaje lo encontramos con el social seating, que en el ámbito de la movilidad lo podríamos traducir como "viajeros sociales"

Social Seating es una nueva forma de organizarnos cuando tenemos que acudir a un lugar en el que vamos a compartir un espacio durante un tiempo con otras personas y en el que la ubicación y la compañía que tengamos junto a nuestro asiento adquieren importancia. Es una adaptación digital de lo que muchos han hecho cuando organizan un banquete de boda; en el que hay que aplicar un conocimiento personal para colocar a los invitados de forma que se sientan cómodos (al menos esa sería la intención inicial). De manera que ya tenemos una tecnología que se puede encargar de este tipo de trabajo. Compañías de transporte y distribuidoras de entradas para espectáculos han sido las primeras en poner en práctica estas aplicaciones.

El Social Seating se nutre de la información que ponemos en nuestros perfiles sociales de la red (Facebook, Twitter, LinkedIn) en nuestras relaciones, nuestras preferencias, y nos ayudan a elegir compañeros/as de viaje. Nos pueden mostrar en un mapa dónde se encuentran algunos de nuestros contactos o los eventos que más nos pueden interesar, ofreciéndonos la manera de desplazarnos o el itinerario que nos haga coincidir con ellos. Este tipo de aplicaciones suelen nutrirse de la información que suministramos a través de las redes sociales, siempre y cuando decidamos si estamos visibles para los usuarios de esas aplicaciones o no.

Las compañías de transporte de pasajeros, especialmente las aéreas, tratan de ofrecer un nuevo tipo de satisfacción/atracción para sus clientes durante todo el ciclo del viaje (desde que tomamos el taxi en origen, mientras estamos dentro del aeropuerto, durante el vuelo, en las escalas que hagamos, hasta que nos bajemos en el taxi de destino) con nuevos servicios que permitan obtener ingresos adicionales.

Otro valor que añaden estas aplicaciones es el avanzado estudio del comportamiento y la mentalidad de los clientes, abriendo el abanico a nuevas posibilidades de marketing que permita crear una oferta personalizada y fidelizar al viajero con la compañía.

El eslogan de estas compañías bien podría ser: 

Ya no se sienta incómodo con su compañero de viaje.”

Imagino que las compañías aéreas de low cost pronto sabrán encontrar la manera de modular sus tarifas utilizando este tipo de aplicaciones, y para la mayoría puede servir como otra forma de incrementar el precio del billete, si lo que se desea es poder realizar el viaje al lado de una persona conocida o de alguien con quien se puedan compartir temas de interés comunes. Air Baltic, por ejemplo, divide los asientos de sus aviones por zonas para que el cliente pueda elegir si desea estar en una zona tranquila donde poder trabajar, o bien en una zona Business Talk, o si viaja solo tal vez desee charlar con cualquiera y por tanto prefiera estar en la zona Easy Talk.

Estas aplicaciones son a los viajes lo que Spotyfy lo es a la música. Un motor de recomendaciones y gustos que se comparten con otras personas para crear nuevas conexiones con otros usuarios y obtener en definitiva una mayor “relevancia social”.

Estamos viendo un tipo de aplicaciones que corroboran la afirmación de George Amar cuando describe conceptos como la infomovilidad y la softmovilidad en las que ya "predominan más la conexión que la circulación".

En la siguiente tabla se indican algunas compañías aéreas y qué aplicaciones Social Seating utilizan.

Compañía aérea
Social Seating
Malaysia Airlines
MH buddy  (se ejecuta desde Facebook)
KML
Meet&Seat
Air Baltic
Seat buddy (de Satisfly)
Iberia
Fly and Friends (de Satisfly)

SeatID

Planely

Facebelt

Pero también hay ciertos inconvenientes. Estas nuevas zonas de mercado que se abren a las compañías (lo que algunos llaman Social Commerce) presentan el potencial de tener al cliente atrapado en un espacio-tiempo mientras dura el vuelo. Estas técnicas, en otro formato, ya han sido usadas con los ancianos en viajes subvencionados para venderles productos durante el periodo que dura una excursión. Y no me refiero al uso que hagan las compañías aéreas, sino que ahora también pueden ser terceras personas las que se aprovechen de estas aplicaciones para sus intereses económicos. Y habría que añadir otro inconveniente más, como es la posibilidad de generar acecho e incluso acoso a otras personas aprovechándose de estos sistemas.

Por otra parte también existe la posibilidad de explotar unos datos muy personales con fines lucrativos que se pueden recoger y almacenar en estos sistemas si no se someten a un control externo. Me puedo imaginar que una persona que está de vacaciones pueda interesarle abrir su perfil para encontrar a un acompañante de conveniencia, pero una empresa no creo que esté muy interesada en mostrar los viajes que tienen previsto realizar sus ejecutivos, comerciales o técnicos para que la competencia pueda investigarlo fácilmente. Creo que todavía queda un tiempo para que la sociedad decida el uso y la utilidad que se le pueden dar a estas herramientas.

El siguiente vídeo muestra la utilización práctica de una de esta herramientas, que aunque no es la utilizada por las compañías aéreas el procedimiento resulta parecido.




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