sábado, 1 de marzo de 2014

Los contrastes de la movilidad cubana y el cometa Halley


El parque de vehículos cubano es uno de los más antiguos del mundo. Visitar cualquiera de sus ciudades es un viaje a un pasado ecléctico donde conviven los antiguos “almendrones” de mediados del siglo XX: Chevrolet, Cadillac, Pontiac, Ford… comprados antes de la revolución del 1959,  junto con los automóviles soviéticos y chinos adquiridos en el periodo de la revolución donde Ladas y Geely persisten por las calles tropicales junto a los de importación japonesa como Toyota, Hyundai, Honda o los europeos Volswagen, Mercedes y Renault, entre otros. Un paraíso para los amantes de las cuatro ruedas, que se sentirán dentro de un inmenso museo del automóvil, donde no se tendrán que conformar con verlos sino que podrán usarlos y viajar con ellos.


    
¡Pedazo de "almendrón"! Todavía conserva su encanto.

 Como “no hay mal que por bien no venga”, el embargo que los Estados Unidos de América impuso a Cuba en 1962, vigente hasta nuestros días, ha generado una distorsión histórica en el mercado del automóvil en la isla caribeña. Por una parte a los cubanos se les cerró el acceso al mercado automovilístico internacional y por otro los viejos “almendrones” norteamericanos han resultado ser unos vehículos sin fecha de caducidad (todavía no conocían la obsolescencia programada    ), que combinado con el espíritu improvisador y resolutivo de los mecánicos cubanos ha convertido la necesidad en virtud, manteniéndose en activo un parque de vehículos inusualmente antiguos que siguen circulando por las ciudades cubanas. Se calcula que existen más de 80.000 almendrones. Hoy en día esta situación es un auténtico filón de atracción turística que están comenzando a explotar sus propietarios. Estos modelos superan los 50 años de antigüedad y muchas de sus piezas han dejado de fabricarse (es muy probable que la fábrica que los construía ya no exista) o bien lo impide el embargo, de manera que los recambios se han tenido que fabricar de forma artesanal, por llamarlo de alguna manera. Durante décadas la imaginación ha luchado contra la falta de medios para que la gente siguiera desplazándose en automóvil. Desde no hace mucho tiempo estos vehículos han iniciado un renacimiento con el desarrollo de nuevos usos que los vuelven a hacer rentables: taxis colectivos, coches de alquiler para eventos especiales y sobre todo como transporte de turistas. Un mercado muy jugoso vinculado a las divisas. Supongo que en la medida que este mercado se abra más, se desarrollará la exportación y la compraventa para los amantes del vehículo clásico.



¿Y qué pasa con el transporte público?

El transporte público en Cuba es una calamidad. Pero dudo que este problema se tenga que responsabilizar exclusivamente a la revolución cubana. Los cubanos dicen que siempre ha sido un problema desplazarse en transporte público urbano, especialmente en La Habana. Pero si nos remontamos a finales del siglo XIX nos sorprenderemos por lo desarrollados que estaban los transportes públicos en la ciudad de La Habana hace más de cien años. Estoy seguro que mucha gente no sabe que el primer ferrocarril español no fue el que se construyó entre Barcelona y Mataró. El primer ferrocarril español y latinoamericano se construyó en Cuba, entre La Habana y Bejucal. Releyendo algún artículo     que describe el transporte en aquella época sorprende la complejidad de la red metropolitana habanera de ferrocarriles, carruajes y ómnibuses que cubrían como servicio público. A finales del siglo XIX La Habana disponía de unos transportes urbanos mejores que la mayoría de las capitales de provincia españolas de la época.

Consolidada ya la revolución cubana a finales del siglo XX hay que destacar el “periodo especial”. Con  la caída del bloque soviético el régimen cubano quedó aislado económicamente. En aquella época la mayoría de los ciudadanos cubanos lo pasaron francamente mal. Si nos centramos en la movilidad de entonces encontramos que muchas personas debían caminar diariamente largas distancias, que en ocasiones podían llegar a alcanzar hasta 10 kilómetros, para satisfacer una movilidad obligada (visitar al médico, ir a la escuela o al trabajo). En La Habana había líneas de la red principal de ómnibus  con frecuencias que no superaban los dos viajes por día.  El sentido del humor cubano dejó constancia de esta realidad llamando a estos autobuses “cometa Halley” que como todos sabemos es un cometa que pasa cerca de la Tierra cada 76 años aproximadamente. Fue una época en la que aparecieron medios de transporte públicos como los “camellos    ” y su peculiar silueta de dos jorobas con la que se acoplaban los remolques a la cabeza tractora, auténticas saunas con ruedas y paraísos de carteristas y sobones. Actualmente estos vehículos ya han sido sustituidos, pero todavía persisten los camiones adaptados para transportar personas como el que se puede ver en la siguiente fotografía. Son unos medios de transporte con los mínimos estándares de comodidad y seguridad para los pasajeros. La falta de recursos económicos y energéticos también impuso la aparición de bicicletas procedentes de China intentando paliar las necesidades de movilidad de los cubanos. Obviamente en aquellas condiciones, con las calles y avenidas vacías de vehículos y con frecuentes apagones en las ciudades la seguridad vial estaba en hora bajas abriendo la posibilidad a que los vehículos circularan a velocidades inapropiadas, a lo que había que añadir una menor visibilidad de peatones y ciclistas por las noches.



    
Transporte público de pasajeros (Viñales)

Hacia el año 2004 se realizó un esfuerzo inversor en transporte público, pero para una ciudad como La Habana con más de 2 millones de habitantes el servicio público de transportes siguió siendo totalmente insuficiente.

La capital cubana no tiene metro y los taxis se centran fundamentalmente en el turista, un cliente mucho más rentable que el nativo, de forma que quedan pocas opciones para las necesidades de movilidad que tienen la mayoría de los cubanos. Actualmente utilizar el transporte público en Cuba significa largas colas y soportar demasiadas incomodidades. Al gobierno le queda un largo recorrido para mejorar los estándares de calidad que merecen sus ciudadanos.


    
Transporte público cubano


La apertura del mercado privado de automóviles.


    
Aquí los atascos todavía
 no son un problema

    El mercado del automóvil cubano ha estado muy intervenido por la administración. Durante décadas el Estado cubano ha utilizado el acceso a la compra de automóviles como un estímulo y un premio por el trabajo realizado por sus ciudadanos. Durante muchos años para la compraventa de un automóvil se requería la tenencia de una carta de autorización de propiedad que expedía la administración cubana. La dificultad para conseguir esta autorización derivó en un mercado negro de autorizaciones, propiciado por quienes tenía dinero pero no disponían de los contactos necesarios para conseguir un coche y quienes tenían acceso a esas autorizaciones (el tiempo de espera podía superar el año). Estas autorizaciones fundamentalmente se concedían a funcionarios, personalidades destacadas del deporte y la cultura o ciudadanos bien relacionados con la administración.

En octubre del 2011 Raúl Castro comenzó a liberalizar el mercado automovilístico cubano con una tibia apertura. Se permitió la compraventa entre particulares de los viejos almendrones sin necesidad de la carta de autorización de propiedad. Pero esta incipiente apertura y la existencia de dos  circuitos monetarios ha distorsionado el mercado automovilístico con unos precios desorbitados para el común de sus ciudadanos.

En enero del 2014 se ha liberalizado la compraventa de automóviles Km. 0 y se permite el comercio minorista de automóviles importados a precio de mercado.  Sin embargo esta liberalización se presume que será paulatina, pues todavía se dará prioridad a quienes tengan la carta de autorización de propiedad frente a quienes no la tengan a la hora de adquirir un vehículo moderno.

Con esta nueva normativa la importación de vehículos nuevos se tiene que hacer a través de empresas estatales que todavía controlarán el mercado. Podemos hablar de una liberalización tutelada. Veremos hasta dónde llega. La parte más positiva (si se cumple) es que los ingresos que se obtengan a través de los impuestos que genere el mercado automovilístico servirán para financiar el desarrollo de los transportes públicos, los cuales se encuentran en un estado lamentable.



    
Camión de mudanzas


Las fotografías de este artículo me las ha facilitado  Jordi Andreu que recientemente ha viajado a Cuba. El vídeo aunque no tiene sonido es un catálogo interesante de la movilidad en La Habana.


Fuente: eripere    



    


Licencia de Creative Commons    


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